Tuve un encuentro inapropiado con el esposo de mi hermana en su casa, en el cuarto de huéspedes, mientras mi hermana descansaba en el piso de arriba. Fue un error grave de mi parte. Mi cuñado, consciente de mis sentimientos, empezó a mirarme, hacerme indirectas y buscar momentos a solas conmigo. Aunque sabía que sus avances eran incorrectos, no los tomé en serio, pensando que todo quedaría como un juego. En el fondo, admito que me halagaban sus comentarios, aunque algunos eran bastante atrevidos. Finalmente, una noche que me quedé en su casa, mi hermana se fue a dormir temprano, y él vino a buscarme a mi habitación. Me dijo que quería conversar, y yo, equivocadamente, lo dejé entrar.

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